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A LA NAVAJA DE ALBACETE, DESDE LOS AÑOS 40 AL 2000

Tu ya tienes mucha historia,
Porque cada albaceteño te tiene,
En su memoria y te demuestra cariño,
Y creo que no hay ninguno,
Que no te lleve en su bolsillo.
Y hasta la llevaba bajo de su faja,
José María El Tempranillo.

Tu siempre nos eres útil,
En la mayoría de los casos,
Cuando íbamos de merienda,
O estabamos en el trabajo.

Cuando íbamos de merienda,
Nos partías el pan casero, nos partías
El tocino porque no había jamón,
Nos pelabas las sardinas,
Y nos partías el melón,
Y si había una higuera,
Y cogíamos algún higo,
Le cortabas el pezón.

Al terminar la merienda,
Como no había palillos,
Tu siempre nos hacías uno,
De un romero o de un tomillo.

Cuando llegaba la siega,
Que se dormía en el rastrojo,
Siempre eras tu oportuna,
La soga siempre cortabas,
Si se enredaba la burra.

Cuando se estaba segando,
Antes de empezar la faena,
Tu los dediles hacías,
Por la mañana temprano,
Para que no se cortaran
Ningún dedo de la mano.

Si era terreno de caza,
Y se pillaba un conejo,
Tu en tajadas lo partías,
Para hacer unos gazpachos,
Que a lo justo nos venían.

Si alguna mujer embarazada,
Daba a luz en el rastrojo,
Sin médico ni enfermera,
Ni nadie que le ayudara,
Que la luz era la luna,
Si había suerte que alumbrara,
Tu eras tan oportuna que,
Al niño la tripa le cortabas.

Tu cortabas cuatro varas de retama,
Y con un ropón y unos vencejos,
Una sombra preparabas,
Y el niño hasta terminar la siega,
Allí día a día reposaba.

Cuando llegaba la noche,
El niño se despertaba,
Y la madre una nana le cantaba,
Bajo la luz de la luna,
Y la albarda de la burra era su cuna.

Cuando la siega terminaba,
Y a sus casas regresaban,
Y se juntaban cuatro amigos,
Y se tomaban unos chatos,
Si llevaban un trozo de bacalao,
Se lo partías en pedazos.

Un pepino y un tomate,
Que siempre solían llevar,
Tu en trozos se lo partías,
Y también le echabas la sal.

Cuando llegaba la matanza,
No te dejaban parar,
Tu partías la panceta,
El hígado y la corá,
Y las tripas con tu ayuda,
Se solían desenredar.

Ay navaja de Albacete,
Eres bonita y sincera,
Por eso te utilizábamos,
En la comida y en la cena.

Tu naciste en Albacete; con el
Paso de los años tu tienes fama y solera,
Y también te has convertido,
En castellano-manchega.

Y como eres española,
Has pasado a europea,
Porque tu te vendes sola,
Porque eres tan bonita ,
Que el que te mira te compra.

Eres bonita e ingenua; si a ti te dejan
Tranquila, nunca con nadie te metes,
Siempre has sido y seras,
El orgullo de Albacete.

José Martínez (Joseu)
Mayo de 2000
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